El constitucionalista es un profesional que tiene un gran compromiso con la sociedad y el Estado, es por eso que comúnmente son llamados por los políticos de turno para ocupar altos cargos en el Gobierno. Considero que lo referido no está mal, mientras se ejerza el cargo con estricta coherencia a los principios y valores que dicho constitucionalista exaltaba antes de ser designado funcionario. El problema nace cuando el constitucionalista renuncia a todos los principios que pronunciaba con coraje en las aulas universitarias, –ya sea como docente o alumno de un Postgrado–, a fin de complacer los intereses del político que lo nominó.
Hay un dicho que reza: “Los incendiarios de hoy, son los bomberos del mañana”, yo diría: “Los incendiarios del ayer, son los bomberos de hoy”. La lógica de dicha frase es que ayer (en sentido figurativo hace 20 años, 10 años, 5 años, 1 año, etc) aquellos constitucionalistas que señalaban –en especial a sus alumnos– la importancia que tienen los derechos fundamentales para la real vigencia del Estado Constitucional, hoy se olvidaron de todo, para forman parte del club de los falsos constitucionalistas. Otros, en conferencias magistrales emitían su voz de protesta contra el Gobierno, pero ahora que desempeñan un alto cargo público, como autómatas sacan de su cerebro los principios que exaltaban antes, para mediante el uso de falacias defender lo que denunciaron ayer como apócrifo. Esto es lamentable y decepcionante para los que antes fuimos sus seguidores en la academia del Derecho Constitucional, considero que tales profesionales inmediatamente dejan de ser constitucionalistas, para convertirse en granujas auto-interesadas, que únicamente buscan sus beneficios personales, bajo el pretexto de la defensa de los derechos fundamentales y la supremacía de la Constitución.
Nuestros principios y valores son los ejes rectores de los actos que realizamos, es decir, debe existir coherencia entre lo que decimos, con lo que hacemos. ¿Qué sucede con los falsos constitucionalistas que hoy dicen ser defensores de la democracia, pero mañana cuando llegan al poder defienden esas arbitrariedades que antes denunciaron? Al respecto, el maestro Eduardo J. Couture señaló en su famoso texto “Los mandamientos del abogado”, lo siguiente: “LUCHA: tu deber es luchar por el derecho; pero el día que encuentres en conflicto el derecho con la justicia, lucha por la justicia”. Sobre la base de lo enunciado por Couture y de la interpretación que realizo a dicha frase, se puede decir que uno de los mandamientos del constitucionalista es: “LUCHA: tu deber es luchar por la real vigencia de los derechos fundamentales y la supremacía de la Constitución; pero el día que encuentres un conflicto entre el referido deber con el cargo público o privado que asumes, lucha por la real vigencia de los derechos fundamentales y la supremacía de la Constitución”.
Como dije en los párrafos anteriores, un verdadero constitucionalista tiene coherencia entre lo que dice y hace. Si observamos el mapa político, en el transcurso del gobierno anterior y el entrante, el Perú ha tenido a dos grandes constitucionalistas que han desempeñado el cargo de Ministro de Justicia. ¿Cuál fue el final de ellos? La respuesta es que duraron poco tiempo en el cargo, porque hicieron primar sus principios y no fueron legitimadores de las barbaridades que a veces cometen los políticos cegados por el poder que el pueblo les confirió en las urnas. Vuelvo a repetir, no es que sea incompatible ser constitucionalista y a la vez un alto funcionario, al contrario, diría que es el complemento perfecto, pero vale decir que ese ejercicio debe ser en base a valores y principios democráticos. Un constitucionalista no puede ser legitimador de las arbitrariedades que comete el Estado para con sus pobladores, sino un acérrimo defensor de los derechos fundamentales de aquella población. Lo óptimo de un constitucionalista es su “coherencia”, entre lo que dijo ayer con lo que dirá mañana.
Existe un grupo de falsos constitucionalistas que en el pasado, cuando asumieron un cargo público, se olvidaron de todo lo que propugnaron a sus alumnos en clase. Pero existe también otro grupo que en la actualidad vienen asumiendo cargos públicos, del desempeño de dichos profesionales, se puede decir que ahora les dio amnesia, dado que no recuerdan que en fechas pasadas fueron ellos quienes condenaron las arbitrariedades cometidas por el Gobierno, pero ahora defienden a capa y espada al autor de esas arbitrariedades, utilizando sabiamente los conceptos que sirvieron para condenar aquellas transgresiones.
Generalmente estos falsos constitucionalistas, son quienes siempre quieren tener la voz autorizada en el Derecho Constitucional, –porque eso les permite mantenerse en el poder–, y cuando está naciendo un futuro constitucionalista, tratan de desanimarlo y bueno fuera con apreciaciones fundadas en la moral y los principios, sino con falsas acusaciones y con mala gracia, ¿acaso no se dan cuenta que se están comportando como el perro del hortelano? Puesto que no hacen nada –y si hicieron algo en el pasado, lo borraron con sus actos del presente– y tampoco dejan hacer nada a las futuras generaciones de constitucionalista. Ante esta problemática, los jóvenes que van por el camino del estudio serio del Derecho Constitucional, no deben dejarse llevar por lo que digan dichos “profesionales”, al contrario, tomen fuerzas y sigan avanzando, estudiando más y materializando sus conocimientos en pro de la verdadera vigencia de los derechos fundamentales, los principios democráticos y la supremacía de la Ley Fundamental, pues como dijo el insigne compatriota César Vallejo Mendoza: “Hermanos, hay muchísimo que hacer”. Hay mucho por hacer por el Derecho Constitucional.
* Abogado por la Universidad de San Martín de Porres (USMP). Cursando la Maestría en Derecho Constitucional en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP); Miembro Senior de la Asociación Colombiana de Derecho Procesal Constitucional (ACDPC); Miembro de la Asociación Mundial de Justicia Constitucional (AMJC); Curso de especialización en Derechos Fundamentales por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y la Universidad de Buenos Aires (UBA); Curso de especialización en Jurisdicción, Derechos Humanos y Democracia por la Maestría en Derecho con Mención en Política Jurisdiccional de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP); Curso de especialización en Argumentación Jurídica por la Universidad Antonio Ruiz Montoya (UARM); Curso de especialización en Neoconstitucionalismo, Derechos Fundamentales y Argumentación Jurídica por la Universidad de Piura (UDEP). Integrante del Comité de Edición de la revista Estado Constitucional.
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