RGB: “The Notorious” y la lucha por la igualdad de genero

Ruth Barder Ginsburg

Esther González-Hernández

Profesora Titular de Derecho Constitucional. URJC (esther.gonzalez@urjc)

El 19 de septiembre de 2020 empezaron a resonar unas iniciales que en España, costaba identificar: RGB. Mientras en Estados Unidos recorría el país la  noticia de que Ruth Bader Ginsburg, un icono de la lucha por la igualdad de sexos, y segunda mujer que accedía al Tribunal Supremo, había muerto víctimas de un cáncer pancreático.

Ruth Bader Ginsburg fue mucho más que una jueza por su activismo por los derechos de la mujer en los setenta en los tribunales de Justicia, hasta el punto de convertirse en la década de los 80 en algo parecido a un icono para millones de mujeres, inspirando libros, películas (A cuestión of sex) y documentales, como “RGB”, nominado en los premios Oscar de 2018. Ella fue la responsable de que, en 1971, el Tribunal Supremo dictaminase que tratar de forma diferente a un hombre y a una mujer era inconstitucional a partir de una de sus demandas, como la del famoso Caso ‘Frontiero versus Richardson’.

Fue propuesta para el Tribunal Supremo en 1993 por Bill Clinton, donde hasta entonces solo había una mujer (su amiga Sandra Day O’Connor), a pesar de la desconfianza que suscitaba en algunos sectores sociales más conservadores. Obtuvo del Senado americano noventa y votos a favor y solo uno en contra. En el Alto Tribunal continuó en su labor de defensa de igualdad de sexos y los derechos de las mujeres, como la decisión de 1996 que obligaba a una academia militar de Virginia a admitir mujeres.

Son famosas sus notas de disentimiento cuando la mayoría más conservadora se imponía, y esto fue lo que disparó su popularidad, incluso entre las generaciones más jóvenes, hasta el punto de ser conocida como “The Notorious RBG”. El caso es que ese 19 de septiembre de 2020 las manifestaciones en recuerdo de RGB inundaron no solo las escaleras del Tribunal Supremo sino los medios de comunicación y redes sociales, hasta convertirse en trending topic en Twitter. Incluso la estatua ‘Niña sin miedo’ de Wall Street amaneció con un cuello de encaje, en homenaje tras el fallecimiento de la jueza.

 Pero, ¿Por qué con un cuello de encaje?

Sin duda, ha sido la mujer de más carisma de las seis mujeres que, hasta la fecha, han sido jueces de esta Corte Suprema. Defensora a ultranza de los derechos de la mujer y feminista reconocida, sin embargo, había algo especial en ella, porque nunca renunció a su feminidad, que trasladó también a toga; una prenda pensada y diseñada en su época solo para hombres, pues solo los hombres impartían Justicia y que dejaba un espacio para que se viesen la camisa y la corbata”;o las chorreras, cuando las camisas masculinas se adornaban de este modo.

Etimológicamente, la palabra toga proviene del latín “tego” que significa “cubrir” y su precedente lo encontramos en las togas del Imperio Romano, cuando se usaba, por lo general, por las clases altas; especialmente por los senadores, en color blanco con una franja roja en los bordes; el blanco (alba, candida), sobre todo, era usado por los que aspiraban a la magistratura, de donde se derivó el nombre de candidatos. Se trataba simplemente de un tejido envolvente de unos 6 metros en corte elíptico de lana muy fina que pasaba por debajo de la axila derecha para dejar libre el brazo derecho y se anudaba sobre el hombro izquierdo formando ricos pliegues transversales. Al utilizar tanto tejido era una prenda reservada a las clases altas, que eran los que se dedicaban al ejercicio de los cargos públicos. Los cónsules, pastores y triunfadores la usaban con rayas de colores diversos y bordado de oro. Cuando estaban de luto o durante períodos de calamidad pública, los romanos cambiaban la toga blanca por una de color negro o gris intenso. Todo ciudadano romano usaba la toga, excepción hecha de los criminales que habían sido condenados y de los extranjeros. Ahora bien en la mayor parte de la historia de Roma, la toga se reservó para su uso exclusivo por hombres, mientras que las mujeres vestían la stola. Los jóvenes la usaban en púrpura que cambiaban al blanco en el rito ceremonial toga virilis.

Así se podían diferenciar diferentes tipos de togas en la antigua Roma:

  1. Toga purpurea, reservada al Emperador.
  2. Toga plamata o picta, enriquecida con primorosas labores y recamos de oro que usaban el cónsul en el día de triunfo o el cónsul y los pretores al presidir los juegos del circo.
  3. Toga praetextam, que estaba adornada con un dobladillo de color púrpura y que se diferencia entre los tipos de cargos por el tipo de dobladillo: con una franja de color púrpura, distintiva de los mancebos libres de nacimiento y de los dictadores, pretores, ediles y algunas otras personas instituidas en dignidad.
  4. Toga viril, que se usaba por los hijos de los ciudadanos romanos cuando dejaban la pretexta, es decir, a los 16 años, y que significaba que eran aptos para ejercer los cargos de la república, pues simbolizaba la mayoría de edad.
  5. La toga de luto era de color oscuro, pero no debía ser necesariamente negra.

Después del Imperio Romano, cayó en desuso hasta la Edad Media, en que reaparece ya como “vestimenta solemne para magistrados, patricios, personas de rango e incluso para médicos”. Si bien, sufre, obviamente cambios: se ensancha y alarga; además de las mangas, que ya estaban incorporadas desde la República romana, se le añaden complementos como el cuello y el tocado. De ahí que en la actualidad sean la vestimenta tradicional de jueces y abogados en determinados procedimientos judiciales públicos y de académicos y profesores universitarios en determinados eventos, normalmente de carácter público. Por ello, como se inserta en el ámbito del Derecho, está regulado con reglas precisas. En concreto en España se regula, por primera vez, en 1865[1] y después en Real Decreto de 26 de agosto de 1926 (arts. 104 y 105), en que se señala que los abogados debían llevar siempre la toga como honor y privilegio. El uso de la toga busca significar profesionalismo, búsqueda de la justicia y verdad, sentido común y humildad, respeto, equilibrio.

Sea como fuere, en las audiencias públicas de los juzgados y tribunales, el abogado usa los siguientes uniformes: bata de lana negra con la forma prescrita para los funcionarios judiciales, pero abotonada en la parte delantera con mangas ribeteadas con un cheurón de terciopelo negro, levantado y anudado en los hombros con cordones de seda negra y borlas; tienen el toque de seda negra adornado con una trenza de terciopelo negro y el cuello de paño de batista. Mientras que los fiscales visten toga de lana negra, abotonada en la parte delantera, con mangas levantadas y anudadas en los hombros con cordones de lana negra; tienen un toque de seda negra sin galón y cuello de batista. Esta es la base de la toga, una prenda que se usa fundamentalmente en el ámbito de la judicatura y el académico-universitario, en cuyas celebraciones formales se puede acudir con el traje académico que incluye toga. En el caso de su utilización en el ámbito judicial, es importante recordar que se trata de una prenda que trata de mostrar solemnidad, autoridad y seriedad. Por ello, se debe entrar en Sala portando ya la toga y se debe cuidar la vestimenta que se porta debajo[2].

Pero, ¿Por qué negra cuando inicialmente no era así?

El color negro se adopta como el más frecuente en 1694 en Reino Unido con ocasión del fallecimiento de la reina María II. Se acordó un luto en principio puntual por la monarca fallecida, que terminó por convertirse en definitivo, porque se creyó que este color otorgaba el respeto y la sobriedad que exige la Justicia y esta nueva “moda judicial” se extendió, poco a poco, al resto de países; si bien siguen perpetuándose excepciones y hay ejemplos de togas en otros tonos, fundamentalmente en rojo. En el Reino Unido se siguen usando otros colores, dependiendo de la jurisdicción que se trate: violetas en el caso de jueces de condados, pero también usan togas azules, verdes, rojiblancas (no a rayas rojas y blancas, sino de ambos colores), púrpuras e, incluso, rosas. Las rojas están reservadas para los miembros de la Alta Corte de Justicia o el presidente del Tribunal Supremo, además de la peluca, como en Italia para la Corte de Casación, donde incluso portan esclavinas de piel blanca o cuellos de piel de armiño y Francia. En Alemania también es roja en su Corte Constitucional. Así, el rojo es el segundo color más utilizado. En España, el Tribunal Supremo institucionalizó las togas (antiguamente conocidas como garnachas), que también son negras desde 1814 en que los jueces y magistrados están obligados a vestir toga negra cuando presiden un juicio, junto con los fiscales y abogados[3], la que, a su vez, ya era utilizada por los ministros del Consejo de Castilla que desde el siglo XIV era órgano asesor del Rey y hacía las veces de alta instancia jurisdiccional. Esta cuestión está regulada en el arts. 186 y ss de la Ley Orgánica del Poder Judicial y el Reglamento del Consejo General del Poder Judicial número 2/2005, de Honores, Tratamientos y Protocolo, que reserva la toga e insignias para las actuaciones jurisdiccionales y protocolarias al “objeto de velar por el cumplimiento de este deber, en el entendido de que la dignidad y solemnidad de los actos judiciales compromete, en buena medida, el debido respeto a los ciudadanos y a la función que ejercen Jueces y Magistrados”. Por su parte, la vestimenta que deben llevar los abogados en los tribunales está regulada en el Estatuto General de la Abogacía, de 2001. Su artículo 37 sólo obliga a que vistan “toga”, y añade que “adecuarán su indumentaria a la dignidad y prestigio de la toga que visten y al respeto a la Justicia”.

Incluso en el nacimiento de los Estados Unidos el color negro no estaba del todo definido, pues al principio la toga rojinegra, como muestra el retrato que el pintor Gilbert Stuart hizo al primer chief justice John Jay. Pero desde que el famoso John Marshall en 1801 fue nombrado chief justice, ya siempre se usó en negro, y de corte bastante más sencillo que los referentes europeos: se eliminó la peluca[4], los ribetes de armiño y las tradicionales puñetas españolas de bolillos hechos a mano, puntillas o encajes de cualquier tipo que se colocan en la parte que bordea la manga de una toga. Sin puñetas y una solapa en raso o cualquier otro tejido que aporte cierto brillo como el satén, mangas largas y fruncidas en el hombro y tablones o jaretas en el delantero, amplias y muy por debajo de las rodillas y con cuello ligeramente en pico para adaptarse al cuello de las camisas de los magistrados. Por este motivo, RGB y Day O’Connor decidieron manifestar que la toga era una prenda pensada solo para el sector masculino de la judicatura y le dieron un toque femenino que terminó convirtiéndose curiosamente en un símbolo del feminismo, que pone una vez más de manifiesto que feminismo y feminidad ni están reñidos, ni son incompatibles, sino que deberían ir de la mano. Así, RGB empezó a lucir una serie de originales y coloridos cuellos encima de la toga, hasta que terminó por convertirse en una colección[5], donde los había de encaje, de pasamanería y de cuentas, diferentes motivos étnicos, etc., hasta el punto de que, incluso, cada uno expresaba una opinión en los actos públicos a los que asistía.  Elegía bien cuándo lucirlos, pues con ellos también expresaba sus opiniones. Eran una especie de “clave” o “código oculto”, a modo de comunicación no verbal. Así, los cuellos de Ginsburg eran más que una sutil declaración de intenciones cada vez que entraba en la sala, aseguraba The Washington Post. Una forma de manifestar su opinión y subrayar la relevancia de ciertas ocasiones y, ante todo, una declaración abierta de su lucha feminista. Así, uno de negro de piedras plateadas lo utilizaba para manifestar su discrepancia, que eligió también el día después de la victoria de Donald Trump en las elecciones a la Presidencia de los EE.UU.

Mientras que cuanto su voto iba a ser favorable solía usar uno regalado por sus asistentes.  Al final, lo que empezó siendo una cuestión casi anecdótica terminó por convertirse en un símbolo de la lucha por la igualdad, que se extendió también a la elección en los actos públicos a los que acudía RGB, creándose toda una iconografía al respecto, pues en cada una de sus apariciones públicas la magistrada enviaba mensajes según el cuello elegido. Así, utilizó su cuello preferido para asistir al primer discurso del presidente Barack Obama ante el Congreso de Estados Unidos, en 2005, y para para el retrato oficial de su 20º aniversario en el Supremo.

 

 

[1] Real Decreto núm. 2641, de 14 de diciembre de 1865, que describe la forma en que los jueces y abogados deben vestir, hasta el punto de regular en detalle los colores, los materiales, las borlas, los cordones (para los Tribunales de Casación son de oro, para los de Tribunales de plata); el toque, que en la práctica no se usa tanto, se requiere solo en el ámbito académico.

[2] Pujol, P. (2012), Manual de actuaciones en sala. La Ley. Madrid. p. 5.

[3] También exigía el uso de birrete, un gorro armado en forma hexagonal, de color negro y coronado por una borla, en lugar de la peluca de otros contextos. En los años sesenta del pasado siglo estos “complementos” cayeron en desuso.

[4] La peluca en los siglos XVII y XVIII se usaba cuando lo requería la etiqueta, aunque también tenía la finalidad de evitar que los delincuentes y litigantes, o sus familiares, identificasen al juez y pudiesen tomar represalias, pero en Estados Unidos se abandonó el uso de la peluca, porque, según explica Bernard Schwartz en History of the Supreme Court. Parece ser que de camino a la sesión inaugural del Tribunal Supremo el 1 de febrero de 1790, en Nueva York, uno de los jueces, William Johnson, se desplazó andando ya vestido con su toga y con la peluca. Observó que le seguían un grupo de niños que no podían contener la sonrisa, aunque no supo la razón hasta que un viandante le espetó un: «What a wig!!!». Johnson pasó tanta vergüenza que se presentó en la sede del Tribunal sin peluca.

[5] La colección, según confesó a la periodista Katie Couric en 2014, comenzó cuando era juez en la Corte de Apelaciones del Distrito de Columbia Circuit con un regalo de la juez canadiense Claire L’Heureux-Dubé. A partir de ahí esa colección no dejó de crecer con el paso del tiempo

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